"...su número era superior al que jamás nadie hubiera imaginado. Puede que fueran cientos. Puede que miles. Sus oscuras formas se multiplicaban en el horizonte, coronando las cobrizas lomas de los Llanos de la Desesperanza como espinos salvajes, aullando cuales bestias carentes de raciocinio.
Sus toscos emblemas se erguían sobre sus jorobadas espaldas bailando con la brisa de verano, y entrechocaban sus precarias armas entre sí, gritando consignas en guturales lenguas que nadie comprendía, mientras mostraban sus dentadas mandíbulas. Sus ojos no mostraban temor. Su odio no era fingido. Estaban prestos para la batalla. Estaban prestos para la muerte.
Sus intenciones eran claras. Y los defensores de la muralla lo sabían bien. Los Corcovados estaban dispuestos a tomar el Muro Perecedero por la fuerza a toda costa. Y abrir así las Puertas Impías, el único paso hacia Larcalïa desde las Tierras del Infortunio....
Querían llegar hasta La gran Matriarca. Querían llegar, hasta el Arca de la Eternidad."


Extracto del Larcaliakräm. Libro de los Corcovados. Crónicas de los Corcovados II: El Asalto al Muro Perecedero.

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